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DE CÓMO USO LA MÚSICA A MI FAVOR



Corría el año 1997 cuando, por primera vez, escuché la música de Rosana en "Lunas Rotas". Aunque siempre había sido aficionado a la música, nunca había percibido lo poderosas que pueden ser las letras y cómo se graban en mi mente sin que yo lo busque.


Mi hogar estaba lleno de música. Mi papá, ecuatoriano, amante de los boleros, pasillos, tangos y salsa, siempre cantaba. Recuerdo una foto de aquel tiempo: tenía tres años, vivíamos en Ciudad Bolívar, y mi padre sostenía una guitarra mientras cantábamos por turnos entre mis hermanos mayores y yo, con micrófono y todo. Su mirada reflejaba un inmenso placer y orgullo.


Mi mamá se acerca (esto sí es un recuerdo) para pasarnos un biberón llena de leche con chocolate.


Ella, mi mamá, venía con The Doors, Bee Gees, The Beatles; música disco... toda; salsa, merengue, gaitas y más géneros, en su maleta desde Venezuela.


Así crecí, con la música siempre presente en los momentos más felices y en los más tristes. Todos en la familia cantábamos, pero solo mi hermano Omar lo hizo de manera profesional.


La música nos animaba y nos arrullaba; a través de ella nos comunicábamos; decíamos cuánto nos amábamos; esas cosas que no nos atrevíamos a decir sin una melodía, una guitarra, un micrófono o un tragüito de por medio. La música fue y sigue siendo mi refugio.


Lunas Rotas llegó a mi vida con un repertorio de canciones que me permitieron cantar lo que tenía congelado en mi interior. "Sin Miedo" fue especialmente significativa, ayudándome a enfrentar muchos de mis temores y brindándome fuerza y confianza. Aunque llevó tiempo liberarme por completo de mis miedos, esta canción se convirtió en un himno de libertad en mi vida, guiándome en mi proceso personal. Mi alma me susurraba al oído las verdades que mi corazón sabía, y no podía escuchar, por el nulo espacio que le daba al silencio en mi vida.


Descubrí que muchas veces cantaba desde el sufrimiento, dedicando canciones a todos a los que consideraba responsables de mi sufrimiento. Unos pocos años después me daría cuenta de lo patética que me veía y sentía. De verdad: un día, cantando y sufriendo por ese alguien, fue como si me desdoblara y me viera de lejos; me di cuenta de lo inútil que era esta actitud y decidí cambiar mi enfoque. Transformé la música en una terapia personal, dedicándola a mi alma, a Dios y a mi niña interna. Así, la música se convirtió en una herramienta valiosa en mi camino de sanación. Empecé a usar la música a mi favor.


Hace poco mi hijo partió hacia Australia, abriendo sus alas y alejándose en el mapa del mundo. Antes de su partida, me pregunté cómo podía estar cerca de él sin escribirle constantemente y sin que él escuchara mi voz siempre. Luego de 23 años, mi rol como madre cambió, y ahora estoy aquí para él cuando lo necesite o cuando su corazón le pida acercarse.


Él también creció rodeado de música, desde que estaba en mi vientre. Recuerdo cómo una canción de Franco de Vita: "Te veo venir soledad"; lo entristecía cuando era un bebé, como si recordara algo desde antes de nacer. Tenía que quitarla. Veía en su carita la tristeza que se despertaba en él.


Aprovechando el poder de la música, antes de su partida, creé una lista en Spotify para que él tuviera un apoyo emocional y energético cuando lo necesitara, y también para enviarle mi "positivismo", como él lo llama, cuando requiriera una dosis de ánimo.


Un par de día antes de llevarlo al aeropuerto, se me ocurrió usar la música para que pudiera contar con un apoyo energético y emocional cuando lo necesitara. O simplemente para que escuche mi "positivismo", como él me dice, cuando quiera una buena dosis de ella.


Entonces creé una lista en Spotify. Esa noche, mientras él estaba en la sala de embarque y yo estaba ya en casa, le escribí una notita y le envié el enlace: Hijo... cuando no sepas que camino elegir, o que decisión tomar, cuando te sientas solo o incluso cuando estés feliz y quieras celebrar; abre el playlist, dale al shuffle y en la primera canción que salga, encontrarás la inspiración o la respuesta.


De verdad siento que le hablo.


La música siempre ha sido mi compañera fiel, nutriéndome, levantándome y liberándome. A lo largo de la vida, he aprendido que puedo usarla a mi favor o en mi contra, y hoy elijo que me acompañe en mi camino, llenando mi vida de melodías que danzan con el alma. Yo decido cómo la tomo.


Aquí tienes el Playlist, también es para ti.


Que la música te acompañe, te nutra, te levante y te libere. Tú decides cómo utilizar su poder en tu vida.


Te Amo

Stefie


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