De que el año en que trabajé como profesora de niños de 5 años y me embaracé de mi último hijo, fue el más significativo para mí como maestra y para esos niños como alumnos... recuerdo que siempre estaban dispuestos a aprender, a compartir, a escuchar lo que tenía que decir. Recuerdo que yo también estaba abierta a ellos, a sus inquietudes e intereses y me mostraba más flexible en cuanto al tiempo, los horarios, las exigencias. Fue un año lectivo donde tanto ellos como yo, disfrutamos del proceso.
Hoy tuve consciencia del por qué...
Supe tomarme el tiempo para que ellos pudieran compartir ese especial momento conmigo, me daba el permiso de compartir mis experiencias sobre ese estado maravilloso con ellos y les daba el permiso a la vez para que ellos se sientieran parte del mismo, teníamos varios momentos en el día donde fue permitido hablar de las necesidades emocionales de cada uno y hoy, me doy cuenta de la importancia que tiene el escucharnos unos a otros desde nuestros sentimientos, experiencias, emociones, vivencias y necesidades.
Simplemente logramos que cada uno se abra, se libere y se sienta parte del grupo, tomado en cuenta, valorado, respetado, escuchado y entendido. Dispuesto para lo que venga.
Cuando somos maestros, podemos perder muy fácilmente el verdadero sentido de esa labor y dejarnos envolver por la frenética sociedad a la cual pertenecemos; comenzamos a actuar como robots que tienen cuadros que llenar, notas que pasar, horarios que cumplir, contenidos que enseñar, estándares que alcanzar y deberes que mandar, y olvidamos lo esencial: EL SER.
Me dí cuenta de que cuando no damos estos espacios al inicio del día, para comunicarnos y saber cómo está la vida del otro, convertimos a los niños en objetos sobre los cuales depositamos ese cúmulo de información, reglas, quehaceres y objetivos diarios.
Volvemos a lo mismo; olvidamos lo esencial: EL SER.
Educación viene del latín "educare", guiar y "educere"extraer... Entonces, la parte más importante de nuestra labor como padres, como adultos amorosos, como maestros, tíos, hermanos, etc. es precisamente guiar a nuestros niños hacia su interior para extraer lo mejor de cada uno; lo que ya tiene, lo que ES. Esa semilla que compartimos todos por igual y a la que negamos consciente o inconscientemente.
Cuando iniciamos el día escuchando y dejando que nos escuchen; liberando lo que tengamos que liberar y celebrando lo que sea necesario celebrar creamos el ambiente apropiado para que todos estemos abiertos a recibir y a dar.
Comunicamos desde el SER; desde esa parte desde donde verdaderamente llegamos a los demás y desde donde los demas nos reciben.
Con cariño
Stefie
2012
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